El Consorcio Valencia Interior llama a intensificar la separación correcta de residuos, especialmente la fracción orgánica, para avanzar hacia una gestión más eficiente y sostenible de los residuos

17 de mayo de 2025

Cada 17 de mayo, el Día Mundial del Reciclaje nos invita a reflexionar. No solo sobre qué hacemos con los residuos que generamos, sino sobre el papel que desempeñamos en su ciclo de vida. Para el Consorcio Valencia Interior (CVI), esta jornada no es solo simbólica: es un recordatorio urgente. Porque reciclar no empieza en las plantas de tratamiento, sino en casa. Y porque separar correctamente, especialmente los biorresiduos, ya no es solo recomendable: es imprescindible.

En las cinco comarcas del interior de Valencia que gestiona el CVI —dando servicio a más de 250.000 personas—, el reto está claro: mejorar (y mucho) cómo separamos los residuos. En la actualidad, más del 80 % de lo que llega a la bolsa gris no debería estar ahí. Envases, papel, vidrio… pero, sobre todo, materia orgánica que podría convertirse en recurso. Y es que los biorresiduos representan, en peso, una cuarta parte del contenido de la bolsa gris. Pero su impacto va mucho más allá de su volumen: cuando no se separa correctamente, contamina otras fracciones y dificulta su valorización.

El consorcio lo tiene claro: hay que dar un paso más. Y ese paso empieza por un compromiso firme, diario, sin excepciones. Separar los residuos no puede ser un acto ocasional. Tiene que convertirse en un hábito arraigado. Separarlo todo, siempre. Por eso, el CVI apuesta por el compostaje doméstico y comunitario como parte de la solución. Pero este esfuerzo debe ser compartido: los ayuntamientos tienen la responsabilidad —y la obligación legal— de implantar el contenedor marrón, clave para que la ciudadanía pueda separar correctamente la materia orgánica desde sus hogares.

Separar bien no es una opción: es una responsabilidad

La normativa europea, estatal y autonómica es clara: los municipios deben garantizar la recogida separada de biorresiduos y avanzar hacia unos objetivos de reutilización y reciclaje que ya no pueden aplazarse.

Pero más allá de las leyes, está la ética. Porque separar bien significa cuidar el entorno, reducir emisiones, cerrar el círculo de los materiales y apostar por una economía circular real. Como recuerda el presidente del CVI, Francisco Gómez: “Separar correctamente no es una opción. Es una obligación legal, medioambiental y ética. Y ese esfuerzo empieza en casa”.

Conscientes de que el cambio empieza en las personas, el CVI desarrolla campañas de sensibilización ambiental, visitas guiadas a la planta de tratamiento de Llíria y proyectos como Aula Composta, que fomenta el compostaje en centros escolares y con el que se pretende hacer calar en las generaciones más jóvenes la importancia de cuidar del entorno con cada gesto. La educación ambiental no es solo información: es transformación. Es sembrar conciencia para recoger compromiso.

Este Día Mundial del Reciclaje, el mensaje es claro: la sostenibilidad del sistema depende de cada uno de nosotros. Porque reciclar mejor es posible. Y empieza con un gesto tan sencillo y tan poderoso como separar correctamente los biorresiduos. Solo si todos asumimos nuestra responsabilidad, podremos avanzar hacia un modelo de gestión de residuos realmente sostenible.